miércoles, 4 de enero de 2012

EL CALAR DE LA PUEBLA. PUEBLA DE D. FADRIQUE


Allá por el año 1944, con apenas 9 años de edad, José Román Moreno “El Chichas” ya ejercía el pastoreo con un rebaño de 20 o 30 cabras en la vertiente noreste del Calar de la Puebla. Dicen que cuando el maestro D. Juan lo veía pasar cerca del colegio, lo llamaba para que sus alumnos viesen como leía aquel niño que pasaba las horas guardando cabras. No era fruto de la casualidad, pues aquel muchacho, con su dedicación y entrega llegaría años más tarde a trabajar y prestar sus servicios al propio Rey.

Han pasado ya algunos años y ha llovido bastante desde aquel año 1944 sin embargo, aquel muchacho de entonces, aún mantiene vivos con 76 años de edad los recuerdos de su niñez y sus vivencias en los calares de la Puebla.

Compartiendo comida familiar esta navidad, me invitaba mi tío José “El Chichas” a realizar una excursión a  algunos lugares del Calar que tenía previsto visitar. Tenía yo pensado para este día una escapada a la cuerda de la Guillimona, pero al saber que nos acompañaba mi primo Héctor y el primo de mi padre José Rosillo decidí posponer la visita a la Guillimona para otro momento, pues no podía dejar pasar la oportunidad  de compartir un día en compañía de dos veteranos conocedores del lugar.

El Calar de la Puebla es una alineación montañosa que se encuentra al suroeste del casco urbano de Puebla de D. Fadrique formada por dolomías y calizas de edad jurásico, es junto con la Sagra, la formación montañosa más importante del subbético de la zona.

Este lugar ofrece en la actualidad una gran cantidad de recursos de interés turístico, cultural y medioambiental y aunque  las visitas al lugar se deben fundamentalmente a senderistas, cazadores y pastores locales, hubo un tiempo en el que fue el núcleo de una intensa actividad agrícola y ganadera.

Algunas horas después del amanecer, partimos,  José Román con su fiel perrita Niki, José Rosillo, Héctor Román y yo de la Puebla de D. Fadrique hacia el Calar, a estas horas, el suelo aún estaba helado, facilitando la consistencia del mismo nuestro caminar a través de las terrazas de almendros. Atrás iba quedando el pueblo, inmerso en un ambiente de pascua y con  las primeras humaredas matutinas en las chimeneas de las casas donde se estaban caldeando los habitáculos para combatir el  riguroso frío del invierno.

Comenzamos a ascender por la vereda de la Higuerica próxima al cortijo del Calar, a estas cotas, encontramos innumerables parcelas aterrazadas de cultivos de almendros como la del Escarchas, Valeriano de la Posada o Chichipan hasta alcanzar los primeros pinos y llegar al porche del tío Adrián. El porche, construido con piedra caliza y dolomía mediante unión de mortero de arcilla y revestido con yeso, es una muestra de construcción típica del lugar en aquella época, según apunta José Rosillo. El porche está actualmente en ruinas y en el se puede observar el corral y los diferentes apartados para el ganado.

Desde aquí, avanzamos hacia el Rincón de Marcos, observando en lo alto el porche de las Vivoreras hasta coger la vereda de la tinada  Culillo. Por el sendero, José Román nos enseñó una pequeña cueva que utilizaba para resguardarse de la intemperie. En esta vertiente del Calar, se encuentran el porche del tío Adrián, el porche de las Vivoreras y el porche de los Rubiros, vestigios de una intensa actividad pastoril en la zona en el pasado y con claros síntomas de abandono en la actualidad.

Entre pinares y ejemplares de sabinas moras (Juniperus phoenicea) y enebros (Juniperus oxicedrus) ascendemos por la vereda de la tinada Culillo. Por el camino José Román nos muestra los “Calderones”  oquedades existentes en el suelo donde se acumulaba el agua que a veces bebían las personas que pasaban por el lugar. José Rosillo nos cuenta como al parecer murieron personas por beber esta agua, tal vez por la acidez de la misma o por la presencia de microorganismos patógenos cuando el tiempo de acumulación en el suelo era largo. Desde el punto de vista geológico, estos calderones, o calderos de gran tamaño, son fruto de la disolución de la roca caliza, permaneciendo en su base las arcillas fruto de la disolución de la roca que servirían como base impermeable permitiendo la acumulación de agua. Se trata de formas características del modelado kárstico.

En la base de un escarpe de roca y a cierta cota desde la vereda, alcanzamos por fin la tinada Culillo, el cobertizo lo conforma la hendidura natural existente en la roca, con una pared construida de piedra en forma de arco que cierra la tinada. Este lugar servía para mantener unido al ganado y protegido del exterior.

Pasada la tinada Culillo, José Román nos lleva a una curiosa era empedrada antigua situada en la Loma de Enmedio, nos llama la atención su ubicación, pues a estas altitudes y entre pinos nos cuesta creer que pudiera existir una era para trillar el grano. Era uno de los motivos de la excursión, visitar esta curiosa era situada en la confluencia de dos barrancos en plena sierra. Las piedras se encuentran perfectamente colocadas con caras planas hacia la superficie, de forma que dibujan un gran círculo plano. A pesar de que la vegetación ha invadido la zona, se aprecia perfectamente la disposición de las piedras y su pretensión. Al norte de la Loma de Enmedio se encuentra la majada de Pedro Sola y al sur la Majada del Cortinas, padre de mi abuelo José María, que también tenía ganado en estas sierras.

Con lo que nos cuenta José, intento imaginar el lugar en el año 1944, mujeres que ascendían a través de la vereda de la tinada Culillo para buscar leña cuyos haces cargaban sobre sus espaldas hasta el pueblo, pastores con sus rebaños de ovejas segureñas y cabras deambulando para allá y para acá, cazadores de antaño cuyas piezas servían como complemento alimenticio diario de la familia, o recolectores de plantas de romero (Rosmarinus officinalis), espliego (Lavandula latifolia) o marisierva, en la Puebla madreselva (Salvia lavandulifolia) para fabricar esencia.

De todos los oficios o actividades comentadas, destacaba la de pastor, entre ellos, me cuenta mi tío José que estaban en el Calar: el tío Pertol, el tío Emilio, el tío Carriolo, Jorge, el Glorio, el Cortinas, el tío Rosendo Cabezas, Cornelio, Justo Adan, Cesareo Cabezas o Teodoro el Agujas.

Continuamos ascendiendo por la loma de Enmedio hacia la loma del Caballo y desde ahí cogemos la senda hacia las mesetas del Calar y el Morrón de los Lobos, punto más alto de los calares con 1815 metros de altitud. Se aprecia desde este lugar el modelado cárstico que conforma esta sierra en su conjunto, lenares, lapiaces y dolinas por donde el agua de las nieves filtra hasta alcanzar las diferentes surgencias de agua, fuentes que aparecen en sus laderas.

Con vistas de Sierra Nevada cubierta de nieve en estas fechas y la Sagra como telón de fondo, atravesamos las mesetas y llegamos a la Piedra de la Rendija donde nos topamos con un rebaño de cabras celtibéricas, aprovechamos este lugar singular para disfrutar de las excelentes vistas.

Desde este punto comenzamos el descenso desde la Rendija hasta la Piedra Alta. A través de roquedos y canchales de piedra, el terreno pone a prueba nuestra capacidad física y a pesar de la dificultad y peligrosidad del lugar, el grupo desciende mostrando un estado de forma bastante bueno.

Entre terrazas de pinos de repoblación, llegamos a la Piedra Alta,  a partir de aquí cogeremos la vereda que nos llevará hasta la Asperilla. Pasamos por los terrenos del Cortijo de los Vitorinos y bancales de antiguas centeneras hasta llegar a la Calera, donde aún quedan los restos de un antiguo horno de cal. 

Con un descenso suave nos adentramos en campos de almendros y con la Puebla ya a la vista, alcanzamos la eras del Santo Angel.

Me cuenta mi padre que en esta vertiente del Calar no había en los años 1950 a 1960 muchos almendros, estos quedaban relegados en la lindes de las parcelas. En estos terrenos se sembraba cereal, principalmente centeno y en menor cantidad cebada y trigo candeal. Tras la siega, se acarreaba a jamua (Mulo con aparejo y dos palos) el cual se cargaba con doce haces de mies.

La carga se llevaba a las eras del Santo Ángel, donde trillaban entre otros, Dionisio “El Bandurria” y sus hijos, Miguel “El Mañas” y su hermano José Antonio, los Vitorinos, Justo Egea y sus hijos, o Miguel Bermúdez.

Eran tiempos aquellos muy difíciles, donde la leche y la carne del ganado, la leña del monte, las plantas aromáticas o el cereal, constituían el escaso sustento de muchas familias en este pueblo. Hoy día pasamos por estos lugares y disfrutamos de su encanto natural, sin darnos cuenta muchas veces que su estado actual se debe  a las personas que lo cuidaron con mimo y perseverancia para poder subsistir en estas tierras.


Dedicado a todos los poblatos que con su coraje y sacrificio, sacaron adelante a sus familias con los recursos naturales que proporcionaban los montes del Calar de la Puebla.

José Fidel Rosillo Martínez


















































13 comentarios:

  1. Hola José Fidel y en primer lugar Feliz Año Nuevo, el que espero se llene de buenas caminatas.
    Gran entrada la de hoy y una suerte para ti haberla disfrutado en compañía de quien la conoce al dedillo.
    Por cierto, veo que uno de los pastores que frecuentaban la zona era el llamado "el Cortinas" no sé si será apodo o apellido y si será familia o no nuestra, si me lo confirmas te lo agradecería.
    Esta Navidad los anticlones nos han privado de subir a la Guillimona con nieve e hielo, esperemos que pronto se cubra de blanco y hacer la escapada prometida.
    Salu2.

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  2. Leer estas páginas me hace sentir admiración de ti, de lo que haces y de la pasión que pones en todo lo que te rodea.
    Muchas gracias por este homenaje y reconocimiento que le has ofrecido a nuestra familia y a todos aquellos que con su esfuerzo y tesón han hecho posible estos entrañables recuerdos.
    Tu prima. Luci

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  3. Buena cuadrilla para rememorar tiempos, nombres y caminos de antes y con buenas piernas para subir hasta casi a los 1900. Creo que el Calar de la Puebla es una de las atalayas con mejores vistas de esta comarca e imprescindible su visita para todo el que quiera ver y admirar hasta muchos kilómetros a la redonda.
    Que tengas un buen Año Nuevo 2012 y otro tanto a la familia, y que nos sigas ilustrando en estas cosas de nuestra tierra.
    Saludos.

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  4. Hola Santi.
    En la Puebla, "El Cortinas" era el abuelo de mi madre, es un apodo, por el que se conocía también a mi abuelo José María.
    Nuestro parentesco no es por cortinas, sino como bien sabes por "Pinotos" como son mi padre y tu madre.

    Esta navidad no hemos tenido nieve, estuve a punto de subir a la Guillimona, pero sin blanco no es lo mismo.

    Un abrazo y feliz año.


    Hola Luci.
    Tu padre si que le pone entusiasmo a la vida, durante el recorrido me preguntaba sobre la formación de la Tierra, del Universo...etc, y yo a él sobre sus vivencias. Se merece este pequeño homenaje por su actitud y por ser como es.

    Muchas gracias por tus palabras. Besos.


    Hola Jesús.
    La verdad es que en cuadrilla es más fácil ver los detalles que uno no ve solo, sobretodo con personas que conocen tan bien nuestra tierra.

    Si algo se de esta comarca, es en buena parte gracias a las personas con las que he convivido, charlado y trabajado durante años. Hay muchas cosas interesantes que mostrar de nuestra comarca, por lo que seguiré aportando mi granito de arena en la medida en que pueda.

    Te deseo igualmente un buen año y que sigas ilusionándonos con tus fotografías.

    Un abrazo.

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  5. Jose Roman Rosillo6 de enero de 2012, 20:55

    Feliz 2012 primo, me hubiese encantado poder haber hecho la caminata con vosotros, disfrutar del paisaje y de vuestra compañia, pero con tu redaccion del terreno y con tus fotografias parecia como si lo estuviera viendo, habra mas ocasiones para poder hacerlo, pero de momento quedate con mi mas sincera felicitacion por tu trabajo.
    Un abrazo enorme.

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  6. Hola Jose Mari.

    La verdad es que hizo un día estupendo y al final nos animamos para hacer el circuito completo.

    Te tomo la palabra para la próxima vez que nos veamos, aunque hay que prepararse un poco, pues estos chavales que parece que no se mueven en las fotos estan muy en forma.

    Feliz 2012 y que la próxima vez que nos veamos lo pasemos al menos como en esta navidad 2011.

    Un abrazo.

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  7. ¡Hola José Fidel!

    Creo que eres un afortunado de contar con personas que todavía te pueden enseñar lugares y contar historias como esos oficios desaparecidos. Si tú te sorprendiste de la era, lo mismo me pasó a mí hace poco en Tenerife cuando vi dos eras perfectamente conservadas.
    Esta crónica también ayudará a comprender a muchos lo dura que era la vida de antaño, creo que es algo que no hay que olvidar, pues las generaciones que llevaron esta vida se merecen el mayor de los respetos.

    Un saludo.

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  8. Cada relato arrancado al pasado que cuentas con tanta nostalgia, me lleva paralelamente, a mis andanzas por el pueblo. Que semejanza tan extendida en toda la superficie de nuestro país, cuando ganar el pan de cada día suponía un sacrificio extra, que era, el del exceso de horas laboreando.
    Me acuerdo, como bien mencionas, de la recolección de plantas aromáticas como el espliego, recogidas en el monte, que dejaban un aroma en todo el pueblo cuando en la plaza se almacenaba recién cortado para su destino.
    Es un placer que recuerdes con tanto empeño, a la gente que dio vida y valor humano a tus pueblos más inmediatos.

    Saludos.

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  9. Hola Fernando.

    La verdad es que me siento afortunado de poder disfrutar con estas historias y vivencias que nos cuentan nuestros mayores.
    Si en esta como en otras zonas de la península es de admirar los esfuerzos que realizaban las parsonas en estos años para subsistir, en Tenerife el mérito es mucho mayor, pues además tienen que luchar constantemente con las fuerzas de la naturaleza.

    Saludos.


    Hola Javier.

    Recuerdo de pequeño las calderas de destilación de esencia que había en mi pueblo y el aroma que desprendían. Con ellas nos ganábamos unas pesetillas cogiendo espliego.

    Hoy día han desaparecido y únicamente quedan algunos de sus restos dispersos por los aledaños(una verdadera pena) Recuerdos imborrables impresos en nuestra memoria.

    Saludos.

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  10. Hola Fidel. De nuevo unas pocas palabras por el magnifico trabajo que realizas con estas historias. Y como estamos en época de deseos, aqui va el mio. Sería posible que fueras recogiendo datos de estas maravillosas rutas, (como por ejemplo, detalles en un mapa, nombre de personas,etc..) para una hipotética guía de senderismo, en torno a Puebla de Don Fadrique ?. Sé, que es muy dificil en los tiempos de hoy, pero espero se vea reflejado, el esfuerzo que pones en cada uno de tus reportajes. Animo y gracias

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  11. Hola Antonio.

    Hace unos meses, me pidieron del Ayuntamiento de la Puebla un listado de posibles rutas de senderismo a realizar por el término municipal.

    Les he enviado 21 rutas posibles teniendo como punto de partida Almaciles, Bugéjar, La Puebla, Los Collados de la Sagra y el Puerto del Pinar y ayudaré en lo que pueda para este proyecto.

    El Ayuntamiento está trabajando con esto, con aportaciones particulares como las mías y con las aportaciones de la Asociación la Sagra y el Club senderista La Rendija.

    El trabajo a realizar es mucho, pero con la ayuda de todos espero que dentro de poco aparezca esta guía de senderos y podamos disfrutarla todos los amantes de esta tierra.

    Saludos.

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  12. Precioso relato que nos ayuda a conocer mejor nuestro pueblo y sus alrededores. Incomprensible que el amigo Jose el Chichas conserve todavía la forma física para subir hasta arriba y también Josico que ya tiene sus años (casi los mismos que yo).
    Mi felicitación por un trabajo tan bonito.

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    1. Hola Pepe.

      No es lo mismo contarlo que verlo, ambos mantienen una forma física envidiable. La verdad es que pasamos un día inolvidable. Gracias por tu felicitación y tu comentario.

      Saludos.

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