Una de las ventajas de la geología es la de viajar a través del tiempo sin necesidad de libros maravillosos de Julio Verne o películas estupendas de Spielberg. Basta con calzarse unas buenas botas, disponer de un equipo adecuado, lupa, brújula, planos, martillo, GPS, etc, y ponerse a andar y disfrutar. Muchas veces es necesario coger el coche para desplazarse varios kilómetros hasta la zona deseada y posteriormente realizar el recorrido andando.
Desde mi pueblo, que no es pueblo sino Puebla, he realizado un estupendo viaje a través del tiempo, en pocos minutos y en escasos kilómetros, me he trasladado desde el cuaternario más reciente que podemos vivir en el Paseo de las Santas, en la placeta del Convento o la Plaza de la Constitución hasta nada menos que el periodo triásico, en concreto, finales del triásico.
Una vez llegado a mi destino sobre un cerro de escasa altitud en el campo de Bugejar, he estudiado las rocas a mi alrededor, rocas que son singulares en la comarca de Huéscar aunque abundantes en otras zonas. Mi curiosidad por entender cómo han llegado estos materiales hasta el lugar donde me encuentro, ha hecho trasladar mi pensamiento a este periodo lejano, muy lejano para nuestra habitual escala de vida humana, ya que he tenido que viajar mentalmente 200-210 millones de años hacia el pasado. ¿Que curioso verdad?, en un viaje real de 15 kilómetros en coche y unos pocos kilómetros andando, he pasado de estar sobre materiales recientes a estar sobre rocas de edad próxima a 210 millones de años, ahí es nada.
Si amigos, me encuentro sobre las rocas más antiguas que se pueden ver en la comarca de Huéscar, estoy sobre un pequeño cerro de tonos oscuros, y aunque no lo parezca se trata de rocas volcánicas y subvolcánicas, que se formaron en los tiempos en los que aparecieron los primeros dinosaurios, 30 millones de años antes de la aparición de los primeros mamíferos sobre la Tierra, 205 millones de años antes de la aparición de los primeros homínidos sobre la Tierra y 208.5 millones de años antes de que el hombre de Orce sobreviviera en esta comarca.
Interesante ¿verdad?, unas rocas que hemos pisado decenas de veces y que al verlas prácticamente no nos llaman la atención, han estado ahí y han sido testigo de la formación de la Sierra de la Sagra, la Sierra de Castril, la Sierra de Orce, Sierra Seca o los recientes Bad-lands de Castillejar o Galera. He cogido una muestra de estas rocas y las he visto con detenimiento en el microscopio, esto es lo que se observa.
Textura de una diabasa alterada con cristales de piroxeno envueltos por haces de plagioclasa alterada. Se observan también pequeños granos de cuarzo, haces de biotita y menas metálicas. Polarizadores cruzados.
Me he olvidado por unos instantes del ajetreo diario y de la actividad humana que me envuelve y he comenzado a imaginar como fue esta parte de la comarca de Huéscar a finales del periodo triásico. Esto es lo que ocurrió y así os lo cuento. He viajado mentalmente al triásico, me encuentro en la parte central de un gran macrocontinente compacto llamado Pangea que está comenzando a separarse. Este gran continente está rodeado por un único océano en toda la Tierra llamado Panthalasa. La parte marina más próxima al lugar donde me encuentro está al este, es un mar tropical oriental llamado Tethys (titánide hija de Urano y Gea) que viene a representar el agua de los océanos del mundo. Así era Pangea.
Estoy en unos terrenos con escasos relieves próximos al ecuador, el mar que hace años ocupaba esta zona se retiró, dejando una gran llanura ocupada por grandes lagunas que se evaporan fácilmente formando yesos y sales. Al norte y al oeste, la parte central de Iberia está ocupada por una cadena de montañas (Orógeno Hercínico). Estas montañas están surcadas por grandes ríos que erosionan los materiales llevándolos hasta las partes más llanas. El clima es cálido y seco. A veces llueve intensamente y el agua torrencial discurre a través de numerosas ramblas llevando agua y sedimentos a las zonas más deprimidas o endorréicas.
En verano, el contraste térmico entre el mar del Tethys y esta zona trae vientos húmedos del mar, pero la ausencia de montañas no facilita la formación de nubes, sólo se producen lluvias torrenciales que arrastran materiales. Hay escasez de vegetación y de suelo por la abundancia de sales y yesos, el ambiente por momentos se hace insoportable. Al este casi puedo apreciar la brisa marina del mar del Tethys, este mar se encuentra a pocos cientos de kilómetros y el contraste con el lugar donde estoy es grande. La presencia de agua marina, un ambiente cálido y la cercanía al ecuador permiten condiciones paradisiacas en este mar en comparación con el lugar donde me encuentro. Multitud de seres vivos marinos e innumerables arrecifes multicolores suscitan mi atención. Pero tengo que permanecer aquí, en el lugar que un día será la cuenca de Bugejar, tengo que terminar de contar esta historia.
Pangea comienza a fracturarse, gigantescas grietas se abren en el suelo, la tierra ruge. Algunas de estas grandes grietas están junto a mí y puedo apreciar como son mucho más intensas hacia el sur. Por estas grietas ascienden importantes masas de lava basáltica y abundantes gases como CO2 y SO2.
La situación es espectacular a la vez que insoportable para muchos seres vivos, también para mí por lo que he decidido regresar al presente. Así se separó Pangea.
Final del Triásico y comienzo del Jurásico, hace 200 millones de años. Pangea comienza a dividirse entre Africa y América. Se denomina CAMP (Central Atlantic Magmatic Province) a la región de volcanes y de extrusión de coladas basálticas que llegaba desde Brasil hasta España.
Así sería la apertura del Atlántico, foto: Revista Quo, ha nacido un océano.
He vuelto de mi viaje imaginario y bajo mis pies se encuentran estos materiales volcánicos solidificados. El ser humano domina la tierra, y muchos de estos volcanes como el que me sostiene han sufrido deterioro y explotación por la actividad humana. Por suerte aún quedan muchos, pero por desgracia, cada vez son más escasos los afloramientos rocosos y fósiles de interés científico y didáctico.
J. Fidel Rosillo.
Referencias consultadas para este artículo:
Loope D. et al., 2001, Annual monsoon rains recorded by Jurassic dunes, Nature, 412, 64-66
Marzoli A. et al., 1999, Extensive 200-million-year-old continental flood basalts of the central Atlantic Magmatic Province, Science, 284, 616
Olsen P. et al., 2002, Ascent of dinosaurs linked to an iridium anomaly at the Triassic_Jurassic boundary, Science, 296, 1305-1307
Tanner L. et al., 2001, Stability of atmospheric CO2 levels across the Triassic/Jurasic boundary, Nature, 411, 675-677
Ward P. et al., 2001, Sudden productivity collapse associated with the triassic-Jurassic boundary mass extinction, Science, 292, 1148-115
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